Un día de verano, que pretendía ser como otro cualquiera, te encuentro esperando en la estación mas maldita y cargada de recuerdos que conozco. Existe una tensión, fruto de la música de tu mp3 que me anuncia:
- ¿Ya pensabas que no llegaría?
- No, es solo que estoy más acostumbrado a que me esperen que a esperar.
- Todo eso acaba de cambiar.
- ¿Acaso voy a empezar a ser puntual?
Ya hemos superado el nerviosismo inicial. Sabemos representar nuestro papel (al fin y al cabo, somos dos buenos actores, alguno incluso profesional). Más adelante encontramos momentos para la sinceridad.
Desde entonces, y a pesar de mis viajes, siempre te he recordado. Por fin estás aquí, pero con la misma velocidad que llegaste, tienes que volver. Este tiempo ha servido para seguir conociéndonos. Han sido días intensos y positivos. Supongo que tu dulzura a la hora de hablar, como muchas otras cosas, ha ayudado. Me encantaría saber que he conseguido reflejarte todo lo que me transmites.
Aunque han pasado menos de tres horas desde que sentía como me abrazabas antes de coger el tren, ya te echo de menos. Vuelta a la realidad. Ahora toca centrarse y estudiar como hemos acordado. Todos llevamos nuestra maleta repleta de cosas, ójala tu además hayas vuelto con el corazón lleno de sentimientos, pues aquí dejas parte de la motivación que me anima a seguir con todos mis proyectos. Gracias:
A. V. G.