domingo, 7 de junio de 2009

Quema número 1


Hubo un tiempo donde era importante ser popular. Que la gente conociera tu cara, o que se acercaran a saludarte en una fiesta repleta de gente era todo un halago. 

Poco a poco esa carga se iba haciendo mas pesada: los zapatos mas brillantes, los pantalones mas estrechos, las colonias mas caras... A la vez; la sonrisa mas tensa, menos sincera y mas seductora; la mirada mas firme y aguda, el tono mas calculado. Ni todas las copas a las que te invitaban, ni todos los placeres escondidos tras esas copas compensaban el esfuerzo.

Llego un día en que era del todo insufrible, insostenible. Tenia que llegar y lo hizo. La barrera de la imagen se iba agrietando como una presa desbordada de superficialidades, a punto de estallar. A esa imagen le acompañaba ahora un calificativo de lo mas felino (que ya superaba todas mis expectativas) detonante final. Decidí dejarlo.

Hoy me observo, sentado ante mi imagen al desnudo, sin aditivos ni conservantes. No me veo tan mal. De hecho me veo bien, quizá mucho mejor (o al menos eso quiero pensar). Bajo esa capa se encuentra algo aún mas interesante. Todavía siento el dolor del yelmo de guerra marcado en mi carne, pero espero que las heridas cicatricen. 

Quema nº 1 de "La hoguera de las vanidades".

vanidad:

(Del lat. vanĭtas, -ātis).

1f. Cualidad de vano1.

2. f. Arrogancia, presunción, envanecimiento.

3. f. Caducidad de las cosas de este mundo.

4. f. Palabra inútil o vana e insustancial.

5. f. Vana representación, ilusión o ficción de la fantasía.


sábado, 6 de junio de 2009

Fue como un beso de andén;


Espontáneo al principio pero mas bien inhibido en la continuación. Han pasado ya muchas cosas entre nosotros. 

Tu siempre has sido un poco reticente a ciertas cosas, a otras no tanto (con lo poco que te cuesta consumir...). Llego a mi casa. A mi cama. La encuentro vacía. Esta noche no ha habido caza.

Abro la ventana y me tomo un vodka mirando las luces de madrugada. Estoy a pecho descubierto y noto el frescor de un día lluvioso de verano. El letrero de Volskwagen vuelve a dar otra vuelta con su rutilante sonido, como si del gruñido de la soledad se tratara. 

Es una pena, pero si, mi amor no es incondicional, una cosa es tener paciencia, otra ser un imbécil. Ya no dejo pasar mas ocasiones, porque tu y yo sabemos que por veintenas las he perdido en estos 2 meses.

Déjame en paz. No me llames. No me hables. No me llores ni me mandes cartas. Esto ha tocado su fin.

Valero